Nadal deroga el impuesto al Sol en Canarias.
El exsecretario de Estado de Energía Alberto Nadal, el ideólogo del impuesto al Sol -el hombre que empezó tildando de insolidarios a los autoconsumidores y acabó denominándolos «depredadores«- acaba de derogar el impuesto en cuestión en el archipiélago canario. Lo ha hecho en el marco de las negociaciones que el Partido Popular ha mantenido con Nueva Canarias para lograr el sí de este partido a los Presupuestos Generales del Estado.
Alberto Nadal ha sido secretario de Estado de Energía durante la última legislatura -fue el principal artífice, y más ferviente defensor, del conocido como impuesto al Sol- y es actualmente secretario de Estado de Presupuestos y Gastos. En esta última condición, ha participado en la primera línea de las negociaciones con Nueva Canarias, partido nacionalista que ha extraído de ellas un botín de algo más de 200 millones de euros y una joya realmente emblemática: la derogación del impuesto al Sol, que deja muy en entredicho el Discurso Nadal, de solidaridad y depredadores.
Las preguntas que ahora se abren paso son las siguientes
1. ¿Habría obtenido ese premio también el archipiélago balear si tuviese un representante nacionalista -como lo es Pedro Quevedo de Nueva Canarias- en el Congreso de la Nación?
2. Ciudadanos fue el primer partido en comprometer su «sí» a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y es partidario –presuntamente– de la derogación del impuesto al Sol. La pregunta en este caso es: ¿por qué no le exigió Albert Rivera al Partido Popular ese compromiso -la derogación del impuesto al Sol- a cambio de su sí a los PGE? ¿Por qué no se lo exigió al menos en los territorios extrapeninsulares? ¿O al menos en Canarias, que es por cierto la tierra de la portavoz de la Comisión de Energía de Ciudadanos en el Congreso, Melisa Rodríguez, diputada por Santa Cruz de Tenerife?
Y tres (3): sobre el argumento de la solidaridad
El impuesto al sol es una tasa que el ministro de Industria, Energía y Turismo, el canario José Manuel Soria –y el que era entonces su secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal– se inventaron en octubre de 2015 para gravar los kilovatios hora que produzco con las placas solares que hay en el tejado de mi casa, kilovatios que recorren el cableado de mi hogar, kilovatios que consumo en el frigorífico de mi cocina, kilovatios hora en fin que no llegan jamás a la red. El ministro Soria (y su secretario Nadal) justificaban su impuesto al grito de “señores autoconsumidores, no sean ustedes insolidarios con los demás consumidores de electricidad, no quieran ustedes ahorrarse los costes del sistema”.
Ejemplo: no compre usted una lavadora clase A
No, no la compre. Porque resulta que esas lavadoras ahorran un montón, ¿sabe usted? Y, claro, como cada kWh lleva unos impuestos asociados, pues todo kilovatio hora que no consuma usted en un lavado a partir de ahora –su ahorro, pues– va a acabar perjudicando a los demás consumidores… La pregunta es: ¿qué hacemos, pues? ¿Dejamos de comprar electrodomésticos clase A y si hace falta seguir gastando un poquito más… pues se gasta? Lógicamente, frente a ese impuesto kafkiano se han ido posicionando todos los actores de la sociedad española: los sindicatos y la patronal, las organizaciones ecologistas, las asociaciones de consumidores, los intelectuales del sector (think tanks) y, por fin, todos los grupos del arco parlamentario (menos el Popular, se entiende).
Hasta aquí, la historia del impuesto y su justificación «partidopopular». Y, aquí, Seis argumentos que demuestran que lo insolidario es ponerle un impuesto al sol.